martes, 5 de febrero de 2008

Nuovomondo, Emanuele Crialese, 2006.


Justo cuando se da uno de los momentos más álgidos en relación a la política migratoria de los Estados Unidos, aparece Emanuele Crialese (1965, Roma, Italia) con una fábula bufa acerca de la maravilla que fué para miles de sicilianos arribar a la Isla de Ellis, puerta de oro para todo tipo de inmigrantes -europeos, por supuesto- siempre y cuando estuvieran dispuestos a una asimilación total a la cultura y costumbres del generoso hortelano. De no ser así, como en el caso de la madre del protagonista, Salvatore Mancuso (Vicenzo Amato) se tendrá que aceptar, como éste y único premio a la vejación, un pasaje de regreso. Porque el hortelano ha dispuesto que sus congéneres no se mezclen con sospechosos de estar contaminados por cualquier germen, incluso el de la idiotez. Porque el hortelano es dueño de los pepinos más grandes del universo. Porque el hortelano es el dueño de la tierra prometida. No obstante, y muy a pesar de la cada vez más sospechosa presentación/apadrinamiento de Martin Scorcese, existe una celebrable linea que a fin de cuentas indica que siempre fué mejor el viaje que el mismo arribo: plagado este de angustias, desengaños y marrullerías. Y eso que nunca veremos si cualquiera de los inmigrantes tuvo oportunidad de comprobar si en la tierra prometida en realidad existian los huevos de gallina de un tamaño superior al de un jugador de baloncesto.

Tierra fértil para la superstición, la miseria y la vida en la edad media, a pesar de que lo narrado se situa a principios del siglo XX, el filme de Crialese no pierde oportunidad de incrustar en su narrativa ciertos aires que aspiran a lo surreal: como si ningún cine italiano pudiera escapar de Fellini o peor aún, como si cada filme de la peninsula itálica tuviera por fuerza que referir al mas circense de todos los cineastas. Alguien debería hacer notar a Crialese que así es difícil descubrir si tiene voz propia aunque media docena de premios conformen un perfecto gesto coral compuesto por una amplia cohorte de sirénidos.

Nuovomondo, el cuarto filme de Crialese, al menos no es una película de época. No en el sentido que más que mostrar composiciones fastuosas, bailecitos rococó o principados en pugna, se regodea en un inesperado regocijo de la etnicidad. Baste enunciar la secuencia inicial para subrayar el acento que se repetirá a lo largo del filme: un universo donde el dialecto siciliano se junta con la ignorancia y la superstición para configurar una angustia que les impide ver la maravilla que es este nuevo mundo que aparece apenas los aldeanos dejan su villa. Nada de olas golpeando la embarcación y ningún marinero corriendo de babor a estibor: solo una intensa niebla cubriendolo todo cuando llegan a Nueva York. No obstante, las imágenes más enigmáticas del filme, están dedicadas a las ensoñaciones de los migrantes.

Por supuesto, hay una historia de amor. Pero es un amor raro. Un amor que sólo existe en la cabeza de Salvatore Mancuso y provocado por la belleza de Lucy (Charlotte Gainsbourg), una inglesa de la que mucho se rumora pero poco se sabe. De manera que todo ocurre dentro de la cabeza del migrante italiano, por lo que se siente un poco a fuerza, un poco jalado, cuando a fin de cuentas ella le pide que se case. No lo ama, le aclara. El porqué, ya lo sabemos nosotros.

Este DVD-R en términos generales, se ve bien, aunque hay que ajustar los controles de la TV pues tiende mucho a la oscuridad, no obstante de ser un clon auténtico que viene hasta con el extra de detras de cámara, y subtitulado también al español.


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