domingo, 24 de febrero de 2008

Cashback, Sean Ellis, 2006.


Se da de pronto la situación de estar ante de uno de esos casos míticos que parecerian de pronto sacados de una de esas viejas revistas del corazón: un joven director inglés que apenas viene haciendo unos cuantos cortometrajes, de pronto realiza uno, en el que la carencia económica es tal que sus actores visten sus propias ropas, quienes representan a los empleados del supermercado usan el uniforme auténtico de uno que les prestaron para filmar en el horario en que habitualmente cierra, y los productos que salen a cuadro son auténticos porque no les ha alcanzado para mandar a hacer otros a falta de respaldo financiero de Kellogs, Coca Cola y algún tan improbable como auténtico shampoo, ademas de haberse privado del uso de CGI's para la implementación de los asombrosos efectos que uno termina viendo a cuadro. El caso es que aún así consiguen una nominación para los premios de la Academia Norteamericana de las Ciencias y Artes Cinematográficas el mismo día en que han terminado la postproducción, y que si bien no se pudo transformar en la codiciada estatuilla con el atlético cuerpo de Emilio el "indio" Fernández, al menos cosechó otros seis premios semejantes, sobre todo en europa, además de Chicago y Nueva York. Fin de la historia? Pues no, el cortometraje se convirtió, dos años y algunos miles de dólares después, en un muy buen largometraje que si bien no ha podido evitar dos o tres clichés y cierta ternura muy propia del supermercado, logra situarse en el plano de las escasas producciones cinematográficas capaces de hacer acceder a una significativa población a los estadios y privilegios de lo que comunmente se conoce como inspiración.

La premisa sobre la cual se escribió el corto está resumida en las primeras líneas del mismo: Cuando duermes, no estas consciente de ello hasta que despiertas. Durante esas horas perdidas, nace un mundo completamente distinto: Bienvenido al turno nocturno. Un joven que ya hemos visto en las aventuras de Harry Potter se desplaza por los pasillos de un supermercado, observando con sumo detenimiento a los compradores, aunque más específicamente a las compradoras: se dice un estudiante de arte que además de observar los distintos actos de retribución llevados a cabo en el supermercado -además de los económicos- fundamentalmente está intercambiando su tiempo por algo de dinero, agregando además 8 horas diarias a su vida. El caso es que Ben además ha conseguido algo por lo que hordas de humanos serían capaces de asesinar: detener el tiempo; no echarlo atrás o adelante, sino poner en "pausa" el control remoto de la vida. El problema es que Ben es un artista y cuando logra detener el flujo del tiempo es porque ha hecho contacto con una zona muy profunda de su psiquis, impresionado hasta el tuétano por la belleza de una compradora que le transporta hasta la primera vez en su vida que vio el desnudo cuerpo de una muy hermosa y bien dotada sueca, en las escaleras de la casa paterna. Hoy en día, cuando se detiene el tiempo, corre apresuradamente a explorar de manera minuciosísima el objeto de su atención intentando capturar segundo tras segundo con su lápiz y su block de notas. Revisa todo: sus ojos, su cabello, sus oidos, sus senos, sus nalgas, sus pies. Pero cuando dibuja un rostro, solo aparece uno. Uno solo.

El largometraje podría resumirse en cómo el personaje ha llegado a este estado. Cuáles fueron las causas, externas e internas que le han llevado a su descubrimiento y, principalmente, cuáles serán las consecuencias, si bien haría falta recordar que resumir no es precisamente lo mejor que se puede hacer para describir la belleza y menos aún la cinematográfica. Introspección. Tal vez baste decir que desde hace mucho tiempo no se veía semejante profusión de cuerpos desnudos femeninos en un ambiente que nada tiene de procaz, y sí, en muchos de sus momentos, con el buen gusto, el humor, la inspiración. Es obvio que en algunas partes despertarán algunos con ganas de irse al supermercado a deshoras de la noche con la esperanza de ver algo insólito, y quien sabe lo que a fin de cuentas se pueda encontrar, sin importar tanto si fue adentro o afuera. Hasta los mas punk adorarán, de ahora en adelante, el Huapango, de Moncayo.

El DVD-R parecería un clon: incluso cuenta con el menu del DVD original, aunque carece de sus prestaciones extras, como la inclusión del cortometraje referido. No obstante la sincronia imperfecta del subtitulaje denuncia su origen traficado por la red y posteriormente subtitulado por un hacker al que algo le falta y queda a deber, no obstante se ve bien y es la única opcion por el momento aquí en Villahermosa, Tabasco y en México D.F. No importa que tantos operativos sean los cerdos capaces de realizar.

Stills: http://outnow.ch/Media/Img/2006/Cashback/

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