lunes, 28 de enero de 2008

Los falsificadores (Die Falscher), Stephan Ruzowitsky, 2006


Stephan Ruzowitsky no es tan desconocido en México. Allá por el 2000 la Muestra Internacional de Cine que hace la Cineteca Nacional, presentó Los herederos (1998, no su ópera prima pero si su primer suceso. Naturalista en su estética y en su narrativa, pero en absoluto carente de ese nuevo sesgo de esperanza que se advierte ahora.

Inspirada en las memorias de Adolf Burger (August Diehl), Stephan nos presenta en la pantalla el mayor golpe llevado a cabo por unos falsificadores: en los últimos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, los nazis implementaron a los prisioneros del campo de Sachsenhausen con la misión de hacer millones de libras esterlinas para debilitar la economía británica. Aunque como se verá casi al final de la cinta, esto último nunca podría ser aseverado enfáticamente, ya que como en otras tantas ocasiones cinematográficas, la calidad moral de los nazis, estará siempre en entredicho.

Recurriendo al flashback como modo narrativo, la cinta posee un mood muy a tono con la nostalgia de un personaje que no atina a insertarse en la realidad: ya la libró, hasta consiguió gran parte del botín, y resulta que con él se va a MonteCarlo a jugárselo todo y perder, como es lógico, aunque con la promesa de haber encontrado una golfa que alegre sus días. Una golfa agradecida, por cierto.

Afortunadamente en medio de ambos polos está la acusada tendencia de Ruzowitzky por hacer una detallada disección de la muy temible condición humana y esta vez, como en Los herederos, con un escenario privilegiado. Antes una congregación de labriegos con aspiraciones de granjero, ahora una congregación de delincuentes al servicio de criminales de guerra.

Fotografiando con belleza, ironizando con los diálogos, pero sobre todo, proyectando un mundo de emociones encontradas con la sola facha de su protagonista Karl Markovics (1963, Viena), Stephan Ruzowitsky nos entrega otra pieza que aderezanda con un buen número de tangos y glamour parisino de la época, resulta muy de agradecer, además de no estar exenta de referencias paralelas, como la línea que alude The legend of 1900 (Tornatore, 1998).

Este producto es un clon auténtico y se puede ver con todas sus prestaciones regulares.

Stills: http://outnow.ch/Media/Img/2007/Faelscher/

Sitio: http://www.sonyclassics.com/thecounterfeiters/main.html

Dia y noche, dia y noche (Day night day night) Julia Loktev, 2006.


Será inevitable que se piense en el término raro para aludir este filme, aunque a fin de cuentas no es tan raro. Es uno de esos filmes que dice más por lo que calla que por lo que muestra, y tienen que pasar aproximadamente los primeros treinta minutos para que cobremos conciencia que se trata de una cinta sobre terrorismo, si bien no atinaremos a descifrar los escuetos códigos dispersos al respecto. Parece terrorismo aplicado por musulmanes, si, pero no sabemos por cual de todos los grupos al respecto y bien podría ser asiático, ruso, o latinoamericano, aunque poco importa dado que el filme no habla de política, de etnología ni de religión o sociedad.

Al respecto del cine la cosa es un poco más concreta. Sobre todo por el uso que Loktev da a Luisa Williams, su protagonista, que en mucho retrae a Carl Theodor Dyer y su Juana de Arco. El tipo de cinematografía minimalista al extremo en el que la audiencia va experimentando una serie de sensaciones inducidas mayormente por la impresion que nos va causando un rostro y sus expresiones. Su carencia de ellas.

Pero narrativamente las casi silentes imágenes de Day night, Day night nos retraen a Gus van Sant y su Elephant. Sobre todo por la carencia de diálogo interno en unos personajes que nos dejan todo el peso sobre el discernimiento de los hechos que apreciamos. Y es hasta el momento decisivo en que veremos que el personaje se quiebra, si, pero antes nos ha quebrado a nosotros y descubrimos juntos que el mundo no se acaba, que todavía hay un después, que muchas de las carencias del personaje son las mismas que las nuestras pero que todavía estamos ahí, aunque ella bien hubiera querido que no.

Day night, day night, como Paradise now, la película que trataba del reclutamiento de jóvenes palestinos para ser entrenados como bombas humanas, apuesta por águantar hasta el último segundo del filme para detonar un conjunto muy intenso de emociones, si bien el primero segmenta cada porción del fin de acuerdo a un código de exactitud milimétrica. En la primera parte se va preparando todo y en la segunda se aplica con un rigor a toda prueba.

Con la rotunda veracidad de un acto terrorista, Lokvet ha conseguido hacernos sentir culpables. Sin arrojar una bomba.

A la edición informal en México solo cabría reprochar una inconsustancialidad en la traducción. Mientras que subtitulando en inglés se puede entender una plegaria inicial de la protagonista, probablemente en lengua nativa, en español es ignorada olímpicamente. Se pierde no una parte sustancial de la trama, pero si una parte importante para familiarizarnos con lops motivos del acto. Lo peor es que siendo un clon auténtico, será normal que el producto original contenga el mismo defecto.


stills: http://outnow.ch/Media/Img/2006/DayNightDayNight/

lunes, 14 de enero de 2008

American Gun, Aric Avellino, 2005.


Partiendo de breves y minimalistas viñetas de gente común de los Estados Unidos de Norteamérica, el director hace una disección de la manera en que las armas están afectando sus vidas, y no obstante la naturaleza del tema, el filme carece por completo de tendencias manieristas, efectistas o aún, estridentistas. Y eso no es todo. Al final también se advierte una carencia de toma de posturas y aires moralinos o sentenciosos, por lo que casi recurriendo al estilo abierto, apenas sugiere, muy brevemente, una propuesta.

Este aire mesurado adquiere un tono impresivo, no obstante, con actuaciones bastante delicadas de Donald Shuterland, Marcia Gay Harden, Tony Goldwynd y Forrest Withaker, por el lado de la veteranía, con Linda Cardellini, Chris Warren Jr., Nikki Reed, y Chris Marquette en el área de jóvenes talentos. Pero en realidad no hay nada mas impresivo que el propio desarrollo de los acontecimientos que el director estructura y pone en imágenes con un look muy retro por cierto: como aquellos de la televisión de los 70's, en las series de Columbo y Kojac.

Carter (F. Withaker) es un provinciano director de educación básica en un suburbio donde los estudiantes introducen pistolas a la escuela para sentir confianza ante sus temores. El ha sentado las bases para encabezar un nuevo rumbo en el estilo educativo pero su esposa vive solo para reclamar su falta de atención en el hogar.

David, en cambio, es un joven que no ha tenido un padre que vea por el, mientras su madre ha pasado la mayor parte del tiempo trabajando jornadas dobles y hasta triples para salir adelante, por lo que además de padecer el abandono, le toca lidiar con los efectos de ser hermano de un multihomicida infantil y por lo que no se resigna a vivir señalado.

Mary Ann Wilk, por su parte, parece ser aforttunada, aunque de hecho a ella no le parece un tanto así, pues frecuentemente extraña a su madre y no logra incrustarse en el entorno. De pronto las cosas dan un giro que la alienan todavía más: Cicily, su mejor amiga, ha sido violada, por lo que lejos de buscar ayuda, ha comenzado a tomar clases de tiro.
La copia es buena, aun cuando tiene sis detalles con los fundidos a negro y un breve zumbido que de pronto aparece en el track de audio.

Sleuth, Kenneth Branagh, 2007.


Nuevamente el nombre de una película envuelta en la polémica ya por su tema, ya por su tono o su alto pedigree, es aprovechada por la informalidad para ofertar un producto bastante menor, y sin aludir, claro, al filme en sí mismo. Se trata de una pésima copia realizada en el interior de una sala cinematográfica y capturada con una camarita de MiniDV, para ser posteriormente trasladada al formato mediante procedimientos simples y burdos, lo que se traduce en una pésima imagen casi monocromática y mocha, un sonido de la patada y con eco.

No vale la pena así y es un producto que habrá que saltarse, esperarlo en 35mm (buenas probabilidades) o adquirirlo, cuando salga, en el mercado regular.


domingo, 13 de enero de 2008

The riddle (El manuscrito), Brendan Folley, 2007.


Un caso más de gato por liebre y sin aludir al producto cinematográfico. Se trata de un filme británico copiado dentro de un cine con una cámara DV con más o menos buena imágen y audio, pero con subtitulos inexistentes aunque de pronto se aprecia que si están pero fuera de pantalla, por lo que el problema debe haber radicado en lo fodongo del pirata que no supo manejar los formatos.

Inland Empire, David Lynch, 2007.


Muy larga se ha antojado la espera desde los días en que Mulholland Drive dejó una secuela enorme de retinas heridas e hipotálamos eléctricamente estimulados. Y para colmo no vimos la sucesora como debe de ser, en 35mm; una triste copia de video pirata y ya. Sin más extra que el bendito trailer cinematográfico. No faltaría más: estamos en México y particularmente en Villahermosa, una provincia tropical del sureste.

Pero como ha dicho la crítica y de manera casi unánime, para asistir a un filme del sr. Lynch hay que abandonar toda esperanza de lógica y resulta que no solo eso: hay que abandonar todo resquicio de coherencia y continuar por el camino del abandono por sus tres horas de la más bombástica sucesión de imágenes, con el tiempo corriendo indiscriminadamente a lo fastfoward pero metiéndole por momentos del rewind robótico al slowmotion y casi a frame by frame. Los gadgets digitales no fueron una limitante para Lynch y en cierto sentido le funcionaron incluso como estímulo, podría decirse.

Ignoro si la versión legal contendrá el mismo lapsus que la pirata que consiste en la no traducción de los diálogos en polaco, que en sí parecen ser parte sustancial de la trama aunque esto podría no ser necesariamente así, ya que como decíamos, el señor Lynch ha insistido a ultimas fechas en hacer de lado toda pretensión narrativa y lógica, pero permanece con Laura Dern como musa, como en sus lejanos días de Wild at heart (1990) aunque esta vez parece haber relacionado los motivos de Lost highway (1997) con la estética de la ya referida Mulholland Drive (2001), si bien se observa cierta alusión al cine de Greenaway y su ya lejana puesta en imánes de The baby of Macon (1993).

Es el cine dentro del cine y esta vez a un nivel un poco más crudo de lo que supondría una puesta en imágenes tan conceptual como la propuesta del cineasta galés. Y esta crudeza hace sus estragos aunque Lynch nunca escatimará recursos para acariciar nuestro espíritu con ciertos tonos de indescriptible belleza, y ya que de bellezas se trata y hablando de mujeres este será uno de los grandes apartados del filme, ya que conjunta, además de Laura, la presencia de Bellina Logan, Sara Glaser, Julia Ormond, Emily Stofle, Jordan Ladd, Kristen Kerr, Michelle Renea, Mary Steenburgen, Laura Harring, Natassjia Kinski y aun cuando sea sólo en voz, Naomi Watts.

No obstante este conjunto coral tan hermoso, al final interpretando un conocido tema de Nina Simone mientras se suceden los créditos, nos remite a otro maestro de fobias profundamente arraigadas: David Cronemberg y su muy reciente Eastern Promises: pareciera que el llamado mundo de los sueños convertidos en estrellas y estrellas produciendo sueños que es Hollywood, se alimentaría de la carne de las desafortunadas mujeres del este bajo la ominosa vigilancia de aquel personaje aparecido en las dos anteriores cintas de Lynch: el vaquero, una especie de desviado sexual productor de películas y extraño filósofo asesino que parece tener ahora su parangón en Freddie Howard (Harry Dean Stanton), aquí asesor del director Kingsley Steward (Jeremy Irons) pero al parecer con una misión secreta: vigilar a Nikki Grace, informándole a su marido el momento justo en que cometerá la infedilidad anunciada para ser asesinada ipso facto.

Ante todo, hay que recordar que con Lynch siempre será inútil todo intento de explicación, congruencia o lógica: es algo que tiene que experimentarse y que a pesar de todo, gracias a dios que existe! Es un fenómeno completamente único y excepcional en toda la historia del cine.
Este DVD-R se ve y se escucha bien y sí parece ser incluso, un clon de fábrica.


Cassandra's Dream, Woody Allen, 2007.


Auténtico caso de gato por liebre, y sin siquiera pensar en aludir la obra de Allen. El caso es que este producto, como todos los demás cuando preguntamos al expendedor, se ofrece como un clon cuando no hay nada más lejos de la verdad: se trata del caso de un filme capturado en un cine cualquiera con una camarita de MiniDV, por lo que además de las deficiencias de compresión, color y audio de corcholata se aprecian incluso los cuerpos de quienes se levantan de su butaca para ir al baño o vaya a saber el diablo a dónde más.

Uno de los grandes problemas de la informalidad es que la mayoría de las veces no cuentan con dispositivos reproductores de DVD para probar el producto, y cuando es caso contrario, tampoco lo quieren probar, aduciendo que "el producto esta garantizado" y que ante cualquier deficiencia será cambiado, lo que en la mayor parte de los casos no ocurre así, pues al conseguir un reproductor DVD y televisión para probarlo antes del cambio, el vendedor no puede encontrar donde está lo malo, y cuando se le explica, le echan a uno en cara de que se esta comprando algo pirateado y que es irracional pedir más.

Este es, sin embargo, uno de los riesgos que uno asume al comprar un producto así, pero vale la pena tomar nota de estos casos para evitar la compra de este material en particular.

lunes, 7 de enero de 2008

Luz silenciosa (Stellet licht) Carlos Reygadas, 2007.


Que es difícil separar la impresión de que existe algo profundamente dañado en la psiquis de este autor, de la propia experiencia cinematográfica en la contemplación de sus obras, es cierto. Tanto como que percibimos que en estas obras (Japón, Batalla en el cielo, Luz silenciosa) existe, a la vez, algo profundamente poético y reflexivo.

Licenciado en Derecho con especialidad en Conflicto Armado y Uso de la Fuerza, laboró para la Comisión Europea y el Servicio Exterior Mejicano comenzando a realizar cine en 1998, estrenando su primer largometraje en 2002 en Rotterdam y en la quincena de realizadores del Festival de Cannes.

Stellet Litch nos habla, con una muy particular concepción y uso del tiempo y del tiempo cinematográfico, así como de largos y maravillosos planos secuencia, de Johan y su familia, menonitas del norte de México. Contra la ley de dios y de la comunidad, Johan se ha enamorado de otra mujer. Un dilema que nos parece demasiano trivial, común y carente de toda relevancia. Pero esto es así tal vez porque no somos menonitas, porque no vivimos en relación directa con nuestro entorno y porque además hemos dejado de comprender el verdadero significado de la religión, del amor, de la vida.

Pero quienes han visto sus anteriores obras saben que lo último que haría Carlos Reygadas (México D.F. 1971) sería salirnos con un melodramón o, peor aún, con algún tipo de discurso moralizante o lleno de moralinas y otras observaciones obtusas. Este señor, por el contrario, comienza por hacernos sentir el tiempo y la luz como es percibida en esa comunidad en medio del impresionante desierto del norte de México. Pero también está el silencio. Y como nunca antes pudo ser filmado.

Lo evidente, no obstante, es que gracias a su rigor a la hora de rodar, el joven Reygadas nos remite por completo a uno de los grandes ignorados por todo cinéfilo de domingo: Carl Theodor Dreyer y particularmente a su filme Ordet (1955, La palabra). No obstante tal remisión no es gratuita ni pedante, en la medida que establece cierto parafraseo y subraya que ominoso y trágico no son exactamente lo mismo. Y al respecto hay que observar la belleza en sus planos abiertos: una belleza que tampoco es gratuita y que va, mas bien, al frente de su propuesta estética.

Como en sus filmes anteriores, Reygadas nos presenta a un personaje que por no poder ajustarse a sus parámetros existentes, se asfixia y se lanza en busca de la libertad, pero también atrapa lo inesperado, la tragedia.

Este DVD es un clon auténtico, y se ve y escucha de manera inmejorable.


miércoles, 2 de enero de 2008

Angel, Francois Ozon, 2007.


De pronto podría pensarse mucho al respecto de esta película del otrora enfant terrible del cine francés de los últimos tiempos, y sobre todo si traemos al caso anteriores trabajos como aquel corto denominado Vestido de verano, o Mirando el mar, por solo citar algunos. Pero el registro de Ozon se ensanchó más allá de lo imaginado y, por ejemplo, con obras como 8 mujeres empezamos a vislumbrar una nueva manera de decir las mismas cosas que había venido diciendo si bien fue notorio que además venía agregando algunas otras producto de nuevas y anteriores observaciones dejadas al margen. Ahora con Angel resulta que toma una historia escrita por Liz Taylor para escarnecer un personaje que sueña un mundo distinto, que corre por alcanzarlo y que cuando lo hace, también encuentra la desgracia.

Antes de hacernos bolas, se hace necesario puntualizar sobre como Ozon juega con aparentes desaciertos en el casting, estereotipos literarios y trasposición de roles para destilar una fina ironía que alcanza sus mayores niveles hasta la fecha: una protagonista cuya simpleza y sobreactuación rayan en el churro cincuentero pero que se mezcla inadvertidamente con la ambiguedad en las deficiniones sexuales y sentimentales del resto de sus personajes, a saber, una asistente con un inocultable amor lésbico, un editor como apariencia del amante que espera hasta el final pero que no termina de llegar, y una inglaterra de principios del XX que se rinde ante la creadora de insulsas novelas rosas pero que la rechaza cuando osa ponerse seria.

Se dice que gracias a semejante abigarramiento de estilos, David Borwell podrá llamarlo, en la misma vena que Fassbinder, un poliestilista, en el sentido que todo este eclecticismo siempre va cancelando los posibles vuelcos que estas historias pueden tomar hasta literalmente arrinconarla en un callejón sin salida siempre anunciado y donde lo novedoso estará precisamente, en todo un alarde de variaciones estilisticas.

Lo que no varía, como en sus últimas producciones, es la presencia de Charlotte Rampling, siempre parafraseandose a si misma, siempre eclectica, siempre elegante.

Este DVD es un clon auténtico que se ve y se escucha muy bien, y que incluso trae los extras originales de la versión francesa.