miércoles, 26 de diciembre de 2007

XXY, Lucia Puenzo, 2007


Opera prima de la argentina Lucia Puenzo y abordando un tema bastante espeso, con amplios y distintos reconocimientos alrededor del mundo. No obstante, resulta mucho mas espeso aquello a lo que alude la alegoría de un hermafrodita en el trance de inclinarse por una cosa u otra: la cuestión sexual es un asunto de orientación, de integridad, de decisión e incluso, de dignidad, de integridad; la biología, es cosa de otro planeta, cosa de chochos y ampolletas, de humanos pretenciosos y por demás tontos e inútiles.

Pero no nos engañemos. Más que los debralles del personaje, lo que está en juego son los dilemas de los padres, a ratos inclinados por lo común, a ratos solidarios e íntegros, pero siempre en proceso de derrumbarse ante tan desafortunada situación. No es para menos, y sobre todo si tomamos en cuenta que no obstante la modosita etiqueta de ópera prima, la sra. Puenzo no es ninguna inocente palomita que con gesto heroico arriba al mundo del cine.

A la fecha, la sra. Puenzo prepara lo que será su onceava producción, misma que incluye un buen numero de productos televisivos y su intervención se circunscribe mas al ámbito del guión: adaptaciones y originales, donde destaca La puta y la ballena (2004) de Luis Puenzo, quien un año después de casi oscarizarse con La historia oficial en 1985, dirigió la muy memorable Gringo viejo, sobre un texto de Carlos Fuentes y con actores como Jane Fonda, Gregory Peck, Gabriela Roel y por casi nada, Burt Lancaster. Casi nada. De esta estirpe proviene la tremendisima Lucía.

XXY es, entonces, una película atrevida, honesta y bastante bien hecha, con planos muy limpios, dialogos para nada impostados y una fotografía muy a punto. Toda una puesta en imágenes clara y sobria. No se ha descuidado nada. No obstante, por lo que parece estar diciendo, la señora Puenzo apunta hacia un público adolescente y premaduro, por lo que es evidente su barco hace agua. Aún cuando el gran público del cine esté conformado por pubertos.

En el sitio de esta película han puesto, los productores, lo siguiente: En el documento que se presenta a continuación quedan claros los diferentes diagnósticos de los estados intersexuales, en los que el síndrome de Klinefelter, un estado intersexual con cariotipo 47 XXY, es desde ya muy diferente al de Alex, una adolescente a la que se le diagnosticó al nacer una hiperplasia suprarrenal congénita. Diagnóstico que la convierte en una pseudohermafrodita femenina.

Esta cinta se estrenó en la Ciudad de México en noviembre de 2007 dentro del cuerpo de la reciente Muestra Internacional de Cine de Cineteca Nacional, y debido a las recientes inundaciones sufridas en el estado de Tabasco, y mismas que acabaron con las instalaciones de la Sala de Arte Antonio Ocampo Ramírez, no se espera que sea vista en Villahermosa, aunque claro, siempre existe la posibilidad de que a alguien de las multiplex del lugar, se le prenda el foco.

Este producto es un clon auténtico que presenta incluso los mismos materiales que el original.


Maria, Abel Ferrara, 2007.


Del nacido en el Bronx que empezara a rodar sus primeras cosillas en super 8 cuando apenas rebasaba los diez años y poco después hiciera verdaderos cultos a la violencia que le granjearon buenas críticas, apertura de los estudios, acceso a los grandes presupuestos y figuras de renombre, nos llega ahora Mary, o El evangelio prohibido, como se ha dado en llamarle en Méjico.

Mary nos presenta a Juliette Binoche en el papel de la magdalena. Una cosa bastante extraña porque siendo quien encarna el personaje en el cual se basa y da nombre a la obra apenas aparece, si bien existe algo que no cuadra en la interpretación ni en la puesta en imágenes. Casi como sucedió en Jet Lag (Danielle Thompson, 2002).

Pero existen derrapes todavía mayores: un Forrest Withaker sobreactuando y delirando al mismo tiempo a la vez que rememora por enésima vez su interpretación en Bird (Clint Eastwood, 1988) y una Heather Graham tan hermosa como simplona e histérica. Vaya cosa.

Pero la cosa se pone peor: Ferrara utiliza un esquema y argumento mayor sin tener idea alguna de cómo entrarle. Aborda interesantes teorias acerca de los libros apócrifos, de la probable malinterpretación y asunción de la Magdalena como prostituta o más bien como probable enemiga de Pedro, pero termina circunscribiendo el caso bajo un enfoque feminista primero, para despues ir construyendo un vuelco de tuerca que nunca convence: la puesta en marcha de un operativo jasídico o divino para frenar las revelaciones puesto que los planes celestes de pronto cambian, si bien nadie explica, ni muestra, ni sugiere, cómo, ni hacia a donde, ni porque cambian.

Alguien debiera decirle a don Abel, que nunca debió abandonar lo suyo: historias baratas filmadas de forma barata y para una audiencia bastante barata. Al menos así podría embolsarse la diferencia entre esto y un gran presupuesto. No obstante la puesta en imágenes y su fotografía son de admirar.

Siempre quise ver a Binoche como la Magdalena, pero nunca en una película tan simple.



Paranoid Park, Gus van Sant, 2007.


Continuando con su tendencia a filmar la vida de los adolescentes de distintas partes de los Estados Unidos de Norteamérica -sus sueños, sus fantasmas, sus temores más profundos- desde esa perspectiva un tanto manierista que les proporciona cierto look de efebos y andróginos más allá de la neutralidad, Gus van Sant mantiene el registro obtenido tras Elephant pero abandona sugeridos despuntes de sensacionalismo de nota roja para tornarse más introspectivo.

Bajo esta primera capa de legitimidad subyace, no obstante, una soterrada argucia que termina por darle a su filme un tono de ominosidad aún mayor. Si los adolescentes de Elephant son capaces de pasar de una cosa a otra sin mayor reparo ni evolución, los de Paranoid Park se quedan estupefactos ante la sola espectación de un hecho de dimension semejante, permitiendo a su audiencia que su mentalidad divage muy lejos de la pantalla ante tanta sugerencia y poca concreción.

Con Paranoid Park estamos ante un van Sant que no se cansa de mostrar oficio, pero que ya no está interesado en mantener al margen inclinaciones personales y que además invita a su audiencia a compartirlas, sin terminar nunca de hacer claro cuales son si bien se ve que es un mundo que no es difícil entrever: las niñas tiene aire, actitud y corazón de prostitutas mientras los niños se miran más bien apáticos y proclives a relaciones oscuras con adultos mayores todavía más oscuros.

Esta cinta, por otra razón, es además gato por liebre: se vende como un clon aunque fue pirateada desde dentro de una sala, lo cual conlleva que el audio esté de la patada y que la compresión no fuera la ideal, ya que es más que notorio que hace agua con una fotografía como la del esteta Christopher Doyle, volviendo manchas y pixelación lo que son sombras y matices luminosos apenas perceptibles, aunque bueno, su público con razón dirá que, con todo, es la única posibilidad para un filme que jamás llegará a las pantallas villahermosinas: posee el ineludible tufillo del reconocimiento en Cannes y aborda temas bastante marginales. Pecados más que suficientes para no ser vista en una provincia sureña de Mejico.



lunes, 24 de diciembre de 2007

Rita de Cascia, Giorgio Capitani, 2004.


Con dinero de la RAI y una misteriosa orden religiosa de la congregación católica, llega con tres años de retraso a México esta película originalmente diseñada para ser transmitida en dos partes por la Televisión Italiana.

De 180 minutos divididos y apostando por una puesta en imágenes bastante sobria y clásica, la cinta queda a deber porque en su muy notoria intención de ser universal se desapega tanto de la tradición hagiográfica como de la cinematográfica y desafortunadamente queda a mitad de camino hacia la nada. Una verdadera lástima porque la puesta en imágenes se logra aparentemente sin mayor esfuerzo, a grado tal que visualmente en mucho recuerda al dramático Corazón Valiente del sr. Mel Gibson. Con todo en que si la primera discurre en la provincia italiana, la segunda lo hace en la escocesa y como dice la fresada: nada que ver.

Y es que en esta puesta en imágenes la paisajistica no es el único acierto, ya que el mayor esmero se advierte en la composición del elenco y su conjunción con las características arquetípicas de sus personajes, no obstante que en lo general la imágen, como el resto de la cinta, resulta de una asepsia bastante incómoda, ya que es imposible tragarse que una aldea infestada por la peste luzca de lo mas limpia y con personajes con vestidos manchados como por la estopa de un pintor.

Despojada de sus mejores bazas, resulta bastante admirable que con todo la nave no acabe de naufragar, y no precisamente porque posea algún probable mérito y con esto se salve como producto cinematográfico, sino porque a pesar de todo, en lo elemental, se atiene a los arquetipos básicos de la literatura hagiográfica, si bien termine por emular al imperio de babilonia cuando al final se advierte, en otro tono y otro registro, que la cosa esta basada en un hecho real: la beatificación del personaje.


domingo, 23 de diciembre de 2007

Control, Anton Corbijn, 2007


Autor de más una decena de videos de culto de músicos igualmente de culto dentro del circuito comercial, como Metálica, Depeche Mode o el mismísimo Achtung Baby de U2 como antecedentes para su debut como director de largometrajes, éste holandés nacido en 1955, no obstante, había incursionado ya en la dirección de cortometrajes: Captain Beefheart, de 18 minutos, B/N y rodado en 1993, es afanosamente buscado hasta el día de hoy existendo sólo algunas copias en VHS, PAL y NTSC. Este primer antecedente, como Control, también habla de un oscuro músico, para el caso miembro Magic Band y además figura visible de la cohorte de Frank Zappa que, como en el caso Syd Barret ó Ian Curtis de Joy Division, uno de los días en que su futuro más promisorio se vislumbraba de pronto se bajó de la nave, y aunque sin arrancarse físicamente la vida, en cambio sí emigró del desierto a la playa y transmutó su talento musical en un arte visual muy escasamente conocido.

Control, no tiene mucho que ver con aquel primer cortometraje excepto él móvil del personaje y lo extraño de su decisión; Control es una película en la más formal tradición del docudrama ficcionado y musical, que de no ser por el color o el tono grandilocuente de Oliver Stone en Doors, bien podría pasar por cinta genérica. Pero tampoco es así.

El nombre de Anton Corbijn ha estado asociado desde muy temprano en su vida a la producción de discos clave de los músicos más influyentes de la escena popular principalmente anglosajona, pero también al trabajo fotográfico, del cual dan cuenta más de 14 libros de autor, catálogos y poemarios editados primordialmente en Londres, si bien sus expos incluyen casi toda Europa, los Países Bajos y los Estados Unidos de Norteamérica; es pues, nadie lo duda, un personaje ligado al mainstream universal. Por eso tal vez, acude a Samantha Morton para interpretar el papel de Deborah, adolescente que se casa con Ian y a cuya responsabilidad se atribuye el peso de lo mostrado en pantalla.

Pero lo que muestran en pantalla las memorias de Deborah no sólo es subrayado por Corbijn, sino que es transformado unas veces en profunda y soterrada inquisición y algunas otras simplemente las deja correr, tornandose en frío observador. El tema por supuesto que se presta a ello y en estos casos, serán bastante afortunadas las generaciones de estos días que no verán, ni siquiera de muy lejos, una apología del consumo de drogas, de sexo, o de la muerte. Puede ser que en todo caso vean la historia de un tipo con un miedo profundo a vivir, o ta vez un caso de extraordinaria mala suerte, si esto existe, e incluso pueden ver media docena de asuntos más, pero en ningun caso nada asociado a los distintos tipos de productos del rock merchandising, del mercado de personalidad u otros demonios de la juventud.

Es bastante poco común ver una película así que esté bien actuada, bien fotografiada, y que además de biopic es realmente una historia de vida. De la vida de un infortunado joven que padecía epilepsia y que en camino de la expresión encontró el main bussines, pero que no le hicieron falta los excesos para finalmente acabar con su vida. Tal vez lo que si hizo falta, fue un poco de entereza para no atribuir mas importancia de la debida a cierta necesidad de mantener el control.

La película corre sin sobresaltos ni detenciones, si bien se está vendiendo sin cajita de plástico y únicamente con sobre de celofán y portada impresa en PC, lo que la vuelve algo fragil si ha de transportarse en el automóvil o en el back-pack.


jueves, 20 de diciembre de 2007

American Gángster, Riddley Scott, 2007.


Con fecha tentativa de estreno fijada para México el 18 de enero 2008 y del amplio abanico de intereses de este director británico, centrados una vez más en las estrategias económicas y geopolíticas norteamericanas, arriba a las calles de Villahermosa esta muy interesante película que destaca la influencia que un simple ciudadano común puede ejercer al interior de esa sociedad y cómo éste puede enredar a las mas altas esferas de su país en sus propios asuntos e incluso, a sujetarlos a su propia agenda e imponer su propio dogma del billete verde.

Como en el caso de La caída del halcón negro, Scott exhibe las debilidades de una sociedad para muchos en decadencia, pero también acusa sus rostros, sus desaciertos y la raíz de tan vasta podredumbre. Si no, que lo viva el expectador con las sensaciones que despierta el tozudo contraste de las imagenes de un oficial de alta graduación de la Marina Norteamericana destacamentado en Camboya pero ocupándose del trasiego de heroína valiéndose de los servicios de aviación naval para internarla a suelo gringo, mientras por las calles del Bronx, Frank Lucas levanta un ambicioso imperio en esa despreocupada -y muy amante del blue magic- Norteamérica de los 70's. Pero seguramente este no será el único contraste que el británico le espete a su auditorio.

Denzel Washinton interpreta una vez más al malo. Y en verdad lo hace bien. De la amplia variedad de malosos que ha interpretado en los últimos años destaca éste por sus múltiples contrastes: es negro, o sea, inculto, tosco, salvaje, rudo, burdo, estrambótico y sigale cada quién poniendo todo el peyorativo imaginado. No obstante, es de facciones finas, no es estrafalario al vestir, no es presuntuoso, es refinado y aplicó una estrategia de negocios que incluso hoy es objeto de estudio en Harvard -de hecho el filme dice estar basado en un caso real- y de muy bonita manera terminó doblegando al sistema político y de justicia de la América ignota.

Perseguido de forma inusitada e implacable por el detective Ritchie Roberts -Rusell Crowe, otra vez monstruoso como en Una mente brillante- es finalmente aprehendido no gracias a una probable torpeza ni a la fortaleza o acierto de alguno de sus enemigos y mucho menos a la certera aplicación de la justicia, sino a la imprudencia de uno de sus asociados que además era su hermano. Su negocio, a su vez, se viene abajo no como resultado de esta acción ni de alguna otra que fuera fraguada, sino porque se acabó la guerra de Vietnam -emprendida sí, con el fin de apoderarse del negocio de la heroína proveniente del imperio asiático- y con ello la razón de la presencia de los marines y sus aviones. Se quedó entonces sin manera de continuar introduciéndo grandes cantidades de Blue magic, una de las heroínas más raras del mundo y de todas las épocas, pues venía en estado puro, sin cortes ni rebajas de ninguna clase y se vendía en las calles de los distintos barrios de Nueva York al módico precio de diez dólarez por arpón, mientras el resto del hampa gringa la comerciaba en veinte dolares y con un contenido del 20% únicamente.

Así las cosas, Frank Lucas todavía fué capaz de negociar. En su nómina tenía diputados, senadores, artistas, deportistas y, primordialmente, a más de tres cuartas partes de la división antinarcoticos de los Estados Unidos de Norteamérica y ése fué el trato, los nombres solamente de éstos últimos a cambio de importantes reducciones de condena además de seguridad garantizada dentro de la prisión, lo cual no debe haber sido poca cosa considerando la gran cantidad de policias que por su información también fueron a dar al mismo lugar.

De acuerdo con los hechos, Frank Lucas abandonó la prisión en 1991, habiendo disfrutado de los servicios de defensoría del propio Ritchie Roberts, quien a la postre, durante el proceso de investigación y persecución, se había divorciado, perdido a su hijo, pero también se graduo de abogado.

Este DVD-R es, aparentemente, un clon, aunque da que pensar el hecho de que está muy oscuro, ya que si no es nada que no se pueda solucionar con los controles de imagen del televisor, esto termina por darle cierto aspecto de VHS rentado. También se congeló breves segundos durante un par de ocasiones, casi a la mitad de la ejecución, aunque tampoco fue nada que rompiera con la placentera visión de esta extraordinaria película. No creo que resista una segunda pasada cuando los amos del monopolio en 35mm finalmente la proyecten.


miércoles, 19 de diciembre de 2007

Eastern Promises, David Cronemberg, 2007.


Con algunos pequeños errores de detención y pixelacion, pero que no causan realmente ningún drama patológico en su expectación, arriba a este segmento seguramente casi un año antes de su probable exhibición en las pantallas alimentadas por los 35mm. El nuevo filme del autor canadiense, cuyos temas prosiguen una evolución apenas sugerida en Spider y madurada en Una historia de violencia, hace continuar a Viggo Mortensen en la escena protagónica del realizador aunque ahora se agrega para bien un extraordinario Vincent Cassel y la siempre etérea presencia de Naomi Watts.

No obstante su evolución no significa necesariamente el desandar de sus pasos, como muchos creyeron ver en Spider. De hecho, continúa sin negar su gusto por el horror corporal iniciando su filme con una crispante hemorragia para continuar con el sanguinoliento cuerpo de un neonato extirpado del voluminoso abdomen de una niña de 14 años que para sazonar mejor, muere en el acto. Esta muerta es una Ucraniana trasplantada a Londres como prostituta por un gang, del cual mucho tardaremos en aprender cual es el papel que juega el enigmático Nikolai -Mortensen- aunque durante esa tardanza iremos acumulando encontrados sentimientos por Kirill -Cassel- mientras no dejaremos de asombrarnos por la simplemente brillante representación de Armin Muller Stahl como líder de ese gáng y la pregunta surge inmediata: ¿que huibiera pasado si Muller hubiera desempeñado el papel de Brando en el padrino? Claro, entonces Muller no tenia una edad tan avanzada......

Este horror corporal no obstante, no se limita a lo mas grotesco. Tantas y tan variadas exposiciones y temáticas hacen probablemente que la vision de Eastern Promises resulta más una especie de evocación al tiempo que reflexión sobre unos cuantos asuntos más aparte del que supuestamente se puede ver en la cinta, el trafico de mujeres desde europa del este y la Rusia sovietica y no.

Una secuencia definitivamente inquietante, es un rito de iniciación en una secta particular de la mafia rusa, donde através de los tatuajes que posee Nikolai, los escrutadores van leyendo su historia personal al tiempo que van haciendolo desconocer incluso a su padre y a su madre, si bien lo curioso e incluso hasta incomprensible, es que através de esa misma cartografía corporal se pueda identificar a los integrantes, además, de la realeza de la mafia rusa. Si bien esa misma realeza puede ser de nacimiento, como en el caso de Kirill, asesino, psicopata y desviado sexual, o adquirida a base de méritos, como en el caso de Nokolai, discreto y modesto conductor que es ascendido probablemente con el único fin de ser asesinado.

Quiza uno de los placeres mas extraños que trae la expectación de Eastern Promises, sea la conciencia de que no ha terminado uno de verlo todo, y que una vez que venga a las salas comerciales de una ciudad como Villahermosa, en el sureño estado de Tabasco, volverá uno a verla porque Cronemberg es un tanto obsesivo en sus representaciones y constantemente nos esta jugando pequeñas emboscadas destinadas a desviar nuestra atención, donde inevitablemente perderemos detalles que harán definitivamente más dramáticas cada una de las innumerables vueltas de tuerca que va aplicando a lo largo y ancho de estos 96 minutos de proyección.