jueves, 20 de diciembre de 2007

American Gángster, Riddley Scott, 2007.


Con fecha tentativa de estreno fijada para México el 18 de enero 2008 y del amplio abanico de intereses de este director británico, centrados una vez más en las estrategias económicas y geopolíticas norteamericanas, arriba a las calles de Villahermosa esta muy interesante película que destaca la influencia que un simple ciudadano común puede ejercer al interior de esa sociedad y cómo éste puede enredar a las mas altas esferas de su país en sus propios asuntos e incluso, a sujetarlos a su propia agenda e imponer su propio dogma del billete verde.

Como en el caso de La caída del halcón negro, Scott exhibe las debilidades de una sociedad para muchos en decadencia, pero también acusa sus rostros, sus desaciertos y la raíz de tan vasta podredumbre. Si no, que lo viva el expectador con las sensaciones que despierta el tozudo contraste de las imagenes de un oficial de alta graduación de la Marina Norteamericana destacamentado en Camboya pero ocupándose del trasiego de heroína valiéndose de los servicios de aviación naval para internarla a suelo gringo, mientras por las calles del Bronx, Frank Lucas levanta un ambicioso imperio en esa despreocupada -y muy amante del blue magic- Norteamérica de los 70's. Pero seguramente este no será el único contraste que el británico le espete a su auditorio.

Denzel Washinton interpreta una vez más al malo. Y en verdad lo hace bien. De la amplia variedad de malosos que ha interpretado en los últimos años destaca éste por sus múltiples contrastes: es negro, o sea, inculto, tosco, salvaje, rudo, burdo, estrambótico y sigale cada quién poniendo todo el peyorativo imaginado. No obstante, es de facciones finas, no es estrafalario al vestir, no es presuntuoso, es refinado y aplicó una estrategia de negocios que incluso hoy es objeto de estudio en Harvard -de hecho el filme dice estar basado en un caso real- y de muy bonita manera terminó doblegando al sistema político y de justicia de la América ignota.

Perseguido de forma inusitada e implacable por el detective Ritchie Roberts -Rusell Crowe, otra vez monstruoso como en Una mente brillante- es finalmente aprehendido no gracias a una probable torpeza ni a la fortaleza o acierto de alguno de sus enemigos y mucho menos a la certera aplicación de la justicia, sino a la imprudencia de uno de sus asociados que además era su hermano. Su negocio, a su vez, se viene abajo no como resultado de esta acción ni de alguna otra que fuera fraguada, sino porque se acabó la guerra de Vietnam -emprendida sí, con el fin de apoderarse del negocio de la heroína proveniente del imperio asiático- y con ello la razón de la presencia de los marines y sus aviones. Se quedó entonces sin manera de continuar introduciéndo grandes cantidades de Blue magic, una de las heroínas más raras del mundo y de todas las épocas, pues venía en estado puro, sin cortes ni rebajas de ninguna clase y se vendía en las calles de los distintos barrios de Nueva York al módico precio de diez dólarez por arpón, mientras el resto del hampa gringa la comerciaba en veinte dolares y con un contenido del 20% únicamente.

Así las cosas, Frank Lucas todavía fué capaz de negociar. En su nómina tenía diputados, senadores, artistas, deportistas y, primordialmente, a más de tres cuartas partes de la división antinarcoticos de los Estados Unidos de Norteamérica y ése fué el trato, los nombres solamente de éstos últimos a cambio de importantes reducciones de condena además de seguridad garantizada dentro de la prisión, lo cual no debe haber sido poca cosa considerando la gran cantidad de policias que por su información también fueron a dar al mismo lugar.

De acuerdo con los hechos, Frank Lucas abandonó la prisión en 1991, habiendo disfrutado de los servicios de defensoría del propio Ritchie Roberts, quien a la postre, durante el proceso de investigación y persecución, se había divorciado, perdido a su hijo, pero también se graduo de abogado.

Este DVD-R es, aparentemente, un clon, aunque da que pensar el hecho de que está muy oscuro, ya que si no es nada que no se pueda solucionar con los controles de imagen del televisor, esto termina por darle cierto aspecto de VHS rentado. También se congeló breves segundos durante un par de ocasiones, casi a la mitad de la ejecución, aunque tampoco fue nada que rompiera con la placentera visión de esta extraordinaria película. No creo que resista una segunda pasada cuando los amos del monopolio en 35mm finalmente la proyecten.


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