lunes, 7 de enero de 2008

Luz silenciosa (Stellet licht) Carlos Reygadas, 2007.


Que es difícil separar la impresión de que existe algo profundamente dañado en la psiquis de este autor, de la propia experiencia cinematográfica en la contemplación de sus obras, es cierto. Tanto como que percibimos que en estas obras (Japón, Batalla en el cielo, Luz silenciosa) existe, a la vez, algo profundamente poético y reflexivo.

Licenciado en Derecho con especialidad en Conflicto Armado y Uso de la Fuerza, laboró para la Comisión Europea y el Servicio Exterior Mejicano comenzando a realizar cine en 1998, estrenando su primer largometraje en 2002 en Rotterdam y en la quincena de realizadores del Festival de Cannes.

Stellet Litch nos habla, con una muy particular concepción y uso del tiempo y del tiempo cinematográfico, así como de largos y maravillosos planos secuencia, de Johan y su familia, menonitas del norte de México. Contra la ley de dios y de la comunidad, Johan se ha enamorado de otra mujer. Un dilema que nos parece demasiano trivial, común y carente de toda relevancia. Pero esto es así tal vez porque no somos menonitas, porque no vivimos en relación directa con nuestro entorno y porque además hemos dejado de comprender el verdadero significado de la religión, del amor, de la vida.

Pero quienes han visto sus anteriores obras saben que lo último que haría Carlos Reygadas (México D.F. 1971) sería salirnos con un melodramón o, peor aún, con algún tipo de discurso moralizante o lleno de moralinas y otras observaciones obtusas. Este señor, por el contrario, comienza por hacernos sentir el tiempo y la luz como es percibida en esa comunidad en medio del impresionante desierto del norte de México. Pero también está el silencio. Y como nunca antes pudo ser filmado.

Lo evidente, no obstante, es que gracias a su rigor a la hora de rodar, el joven Reygadas nos remite por completo a uno de los grandes ignorados por todo cinéfilo de domingo: Carl Theodor Dreyer y particularmente a su filme Ordet (1955, La palabra). No obstante tal remisión no es gratuita ni pedante, en la medida que establece cierto parafraseo y subraya que ominoso y trágico no son exactamente lo mismo. Y al respecto hay que observar la belleza en sus planos abiertos: una belleza que tampoco es gratuita y que va, mas bien, al frente de su propuesta estética.

Como en sus filmes anteriores, Reygadas nos presenta a un personaje que por no poder ajustarse a sus parámetros existentes, se asfixia y se lanza en busca de la libertad, pero también atrapa lo inesperado, la tragedia.

Este DVD es un clon auténtico, y se ve y escucha de manera inmejorable.


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