domingo, 13 de enero de 2008

Inland Empire, David Lynch, 2007.


Muy larga se ha antojado la espera desde los días en que Mulholland Drive dejó una secuela enorme de retinas heridas e hipotálamos eléctricamente estimulados. Y para colmo no vimos la sucesora como debe de ser, en 35mm; una triste copia de video pirata y ya. Sin más extra que el bendito trailer cinematográfico. No faltaría más: estamos en México y particularmente en Villahermosa, una provincia tropical del sureste.

Pero como ha dicho la crítica y de manera casi unánime, para asistir a un filme del sr. Lynch hay que abandonar toda esperanza de lógica y resulta que no solo eso: hay que abandonar todo resquicio de coherencia y continuar por el camino del abandono por sus tres horas de la más bombástica sucesión de imágenes, con el tiempo corriendo indiscriminadamente a lo fastfoward pero metiéndole por momentos del rewind robótico al slowmotion y casi a frame by frame. Los gadgets digitales no fueron una limitante para Lynch y en cierto sentido le funcionaron incluso como estímulo, podría decirse.

Ignoro si la versión legal contendrá el mismo lapsus que la pirata que consiste en la no traducción de los diálogos en polaco, que en sí parecen ser parte sustancial de la trama aunque esto podría no ser necesariamente así, ya que como decíamos, el señor Lynch ha insistido a ultimas fechas en hacer de lado toda pretensión narrativa y lógica, pero permanece con Laura Dern como musa, como en sus lejanos días de Wild at heart (1990) aunque esta vez parece haber relacionado los motivos de Lost highway (1997) con la estética de la ya referida Mulholland Drive (2001), si bien se observa cierta alusión al cine de Greenaway y su ya lejana puesta en imánes de The baby of Macon (1993).

Es el cine dentro del cine y esta vez a un nivel un poco más crudo de lo que supondría una puesta en imágenes tan conceptual como la propuesta del cineasta galés. Y esta crudeza hace sus estragos aunque Lynch nunca escatimará recursos para acariciar nuestro espíritu con ciertos tonos de indescriptible belleza, y ya que de bellezas se trata y hablando de mujeres este será uno de los grandes apartados del filme, ya que conjunta, además de Laura, la presencia de Bellina Logan, Sara Glaser, Julia Ormond, Emily Stofle, Jordan Ladd, Kristen Kerr, Michelle Renea, Mary Steenburgen, Laura Harring, Natassjia Kinski y aun cuando sea sólo en voz, Naomi Watts.

No obstante este conjunto coral tan hermoso, al final interpretando un conocido tema de Nina Simone mientras se suceden los créditos, nos remite a otro maestro de fobias profundamente arraigadas: David Cronemberg y su muy reciente Eastern Promises: pareciera que el llamado mundo de los sueños convertidos en estrellas y estrellas produciendo sueños que es Hollywood, se alimentaría de la carne de las desafortunadas mujeres del este bajo la ominosa vigilancia de aquel personaje aparecido en las dos anteriores cintas de Lynch: el vaquero, una especie de desviado sexual productor de películas y extraño filósofo asesino que parece tener ahora su parangón en Freddie Howard (Harry Dean Stanton), aquí asesor del director Kingsley Steward (Jeremy Irons) pero al parecer con una misión secreta: vigilar a Nikki Grace, informándole a su marido el momento justo en que cometerá la infedilidad anunciada para ser asesinada ipso facto.

Ante todo, hay que recordar que con Lynch siempre será inútil todo intento de explicación, congruencia o lógica: es algo que tiene que experimentarse y que a pesar de todo, gracias a dios que existe! Es un fenómeno completamente único y excepcional en toda la historia del cine.
Este DVD-R se ve y se escucha bien y sí parece ser incluso, un clon de fábrica.


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