domingo, 24 de febrero de 2008

La ultima cena, Osamu Fukutani, 2005.


Hace algun tiempo en un ciberforo de cine erótico, transcurria la charla normalmente. Cada quien exponia de acuerdo a sus gustos e intereses y se puede decir que todo fluia de manera amigable cuando de pronto irrumpio alguien que se hacia llamar "solo rock cabrones" y sin más solto que todos eramos unos tales por cuales y que a el, de cine, solamente le gustaban las porno hard core, con todo tipo de graficidades, bestialidades y en suma: que no le gustaba hacerse pendejo. Tal irrupciòn, si bien me dio risa, en realidad me dejò atònito: que obligaba a una persona -aun del tipo adolescente- a de pronto llegar, insultar a todos y manifestar gustos en un registro tan primario? Digo, no es que de pronto no haya yo experimentado cierta aficiòn al porno y sobre todo a cierta edad, pero, de donde salia el valor para apabullar a un auditorio de extraños con semejante bombardeo? De donde la necesidad por desnudar así semejante cuerpo de miseria?

Tiempo después traté de imaginarme a ese mismo joven unos 30 años mas tarde, habiendo tenido la suerte de seguir sus instintos hasta sus ultimas consecuencias. El resultado concuerda mucho con el personaje primordial de esta cinta japonesa donde ese alguien no solo tiene la oportunidad de dar rienda suelta a sus impulsos, con una fortuna tan asombrosa que incluso logra tansformar para bien su propia vida, sino que además logra refinarlos hasta un estadio que ya Fruit Chan habìa podido imaginar aunque con un hálito de misterio y misticismo. Solo que aquí el janonés creador, Osamu Fukutani sabe que todo lo que sube tiene que bajar y es normal y logico que a toda acción corresponde una reacción: como es arriba es abajo. En todo caso parecería un cuento moral aunque dudo mucho que sea el caso pues más se trata de cine génerico sobre temas e intereses muy japoneses y en todo caso asiáticos, si bien las cintas de sobre Hannibal Lecter apenas rozaron las aristas más importantes del tema.

Algo que me gusta del terror oriental, al menos a cierto nivel, es que lo ominoso regularmente no se encuentra en la fantasmagoría, la monstruosidad y por último, en lo exógeno del hombre: el terror se encuentra, como suele ser más en lo cotidiano: en lo más profundo de su propia psiquis.

Stills: http://outnow.ch/Media/Img/2005/LastSupper/

No hay comentarios: