lunes, 21 de abril de 2008

Teresa, el cuerpo de Cristo, Ray Loriga, 2007.


Curiosa, por decir lo menos, resulta esta la segunda película del Español Ray Loriga, quien después de una ópera prima un tanto desapercibida pero que contó con Viggo Mortensen en uno de los roles secundarios en el ahora distante 1997, nos presenta ahora una visión un tanto extraña acerca de la vida de doña Teresa de Ahumada, noble señora que terminó siendo canonizada por la entonces todopoderosa iglesia católica, apostólica y romana.

Curiosa, decía, y por más de una razón; porque presenta unos chistosos lances plásticos a lo Tarsem Sight cuando de describir la barroca belleza de la mixtura entre actriz y personaje, curiosa porque hace uso de las más sobadas fórmulas y discursos para establecer la modernidad de la mujer, curiosa porque nos presenta en el papel de santa a una donna que para nada es creíble al respecto y no precisamente por su intervención en alguna de las más malas películas de Julio Medem, curiosa porque Ray Loriga ya nos había demostrado que no es para nada un mal narrador como lo demuestra su considerable trayectoria como guionista y particularmente de su escrito ignaural para Almodóvar, Carne Trémula, y curiosa porque termina adoptando los peores tics de Shyamalan jugándole a los desaparecidos, abduciones y demás elementos fenomenales como parte medular del relato sin que a fin de cuentas termine por integrar tan fantasmagóricos elementos al cuerpo narrativo. Vaya desperdicio.

Es entendible que una starlett como Paz Vega tenga que aprovechar su momento: la belleza no dura para siempre y es preciso expandir su radio de acción, sobre todo después de tantos tropiezos participando con gente que parecía prometer pero que se quedó a la mitad del camino, aunque mejor haría en emigrar a Hollywood, donde es sumamente apreciado su acento, su actitud y la desmesurada esbeltez de su cuerpo. Sobre todo cuando España no se acabará sin ella.

Un caso mas extraño, el de Leonor Watling, mujer sumamente hermosa que debutó en una rareza de 1993 que lleva por título Jardines colgantes para después sumirse de lleno en dos proyectos de televisión y cuatro cortometrajes para despuntar, en 1998 con La primera noche de mi vida, para después anotarse tanto buenos puntos como traspiés para terminar, con Son de mar (2001) volviendo más inescrutable su sino.

De cualquier forma, se agradece a la informalidad interesarse en un producto que más parecería destinado al mercado interno y cautivo de España que para el resto de la humanidad, puesto nos abre ante manifestaciones completamente distintas a lo que las leyes del marketing nos tienen acostumbrados.

El DVD-R que circula en el mercado tabasqueño es un buen clon y corre y suena de manera confiable.

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